viernes, 5 de abril de 2013

Rock Temple


Ayer despertamos y con la velocidad habitual que te obliga el país salimos de la habitación casi ya al medio día. Por mucho que madruguemos no sé como lo hacemos pero siempre salimos tarde. Será el calor que aplatana mucho o que el ritmo de la gente aquí es muy lento. Pero eso sí, ellos a las 7 de la mañana ya están en plena actividad.

Salimos del hotel y pusimos rumbo a Kandy, donde haremos noche de camino a las tierras del té. 

Por el camino paramos a ver Dambulla, ciudad en la que se encuentra el templo de la roca. Tras un asombrosamente gigantesco buda dorado, que al parecer se ilumina con luces de neón por las noches, y el museo del budismo a sus pies, que parece un restaurante chino, se encuentra la subida hacia el templo maldito. 


Y digo maldito porque nuevamente exige la escalada de cientos de escaleras hasta llegar a él. De nuevo a las horas de mas calor, rodeados de vendedores de artesanía y monedas antiguas, algunos monos juguetones y unos pocos turistas tan sudorosos como nosotros en busca de las escasas sombras donde poder descansar, llegamos al templo.



Se trata de una construcción de practicamente el inicio de nuestra era allá por el siglo I. contiene en su interior decenas de budas y pinturas sobre su vida y enseñanzas. Lo curioso del mismo es que está enclavado en el hueco que hay entre una roca gigante y el propio suelo, formando una construcción mas o menos oculta y misteriosa.

Al ser suelo sagrado nos vimos obligados a ponernos de nuevo nuestros Sarongs y retratar el look tan elegante que teníamos. Alfonso, por ser el primero en hacer un comentario en el blog, se lleva también un sarong de regalo en el sorteo que me acabo de inventar.



Casi deshidratados y muertos de sed decidimos parar a comer en el restaurante Anón, no por su gracioso nombre sino porque era el mas cercano con grandes ventiladores y un señor muy amable que nos ofreció un delicioso Nasi Goreng (arroz con pollo) y 3 botellas grandes de agua por escasos 3 euros.
El camino hacia Kandy no tuvo mas historia salvo que pasamos por la zona de resorts ayurvedas, donde va la gente a meditar, tomar hierbas y supongo que fumar algo. Aunque aquí las drogas están prohibidas con penas incluso de cadena perpetua o pena de muerte, el clima es ideal para su crecimiento, y por los colgados que iban andando por en medio de la carretera, supongo que deben hacer excepciones. Nosotros no nos la jugaremos, así que podéis estar tranquilos padres.


Llegados al caótico trafico de Kandy conseguimos encontrar el hotel tras varios intentos infructuosos por callejuelas que no tenían salida y que se convertían en estrechos caminos de arena y piedras hasta desaparecer en la colina. Creo que estoy doctorándome en la conducción por el lado contrario, con el volante al revés y en territorio comanche.



Dejamos el coche en la casa de huéspedes y salimos a ver la ciudad. Básicamente Kandy tiene un templo supersagrado donde guardan un diente de buda, pero que es tan sagrado que aunque vayas a verlo solo te enseñan la caja dentro de la cual está la caja que contiene la caja donde se supone que está la caja en la que guardan la reliquia que contiene el diente de buda. 5 segundos para atisbarlo a varios metros de distancia y a seguir el peregrinaje. Dado que no somos budistas, nos saltamos pagar 1500 rupias mas por esta visita y fuimos directamente al mercado donde compramos ropa, te y otras cosillas en el mercado local.

Tengo que decir que tras las experiencias negativas respecto al intento de timarte continuamente por parte de los locales, comenzaba a tener un sentimiento de desazón que me llevaba a estar a la defensiva. Aquí he visto todo lo contrario. Gente muy amable, dispuesta a negociar los precios, en unos términos razonables y siempre con una sonrisa amable, una conversación sincera e incluso un ligoteo inocente como el que tuvo el del puesto de especias con Myriam. La belleza del tendero no queda reflejada en su totalidad en la foto pero el tipo tenía un gran corazón.

Por la noche acudimos al restaurante Pub “The Bake House” creo que el único de Kandy con aire acondicionado, un pantallón gigante y abundante cerveza Lion como para aplacar nuestra sed.
Ya a las 11 de la noche y advertidos de que de noche las callejuelas de kandy pueden no ser muy seguras cogimos un tuk tuk a nuestra casa. 
Se llama Natashiya Holiday Inn, y pese al nombre no es de la famosa cadena de hoteles. Es una casa de huéspedes con 3 habitaciones disponibles a 40 dolares la noche, en las que aun no han instalado aire acondicionado pero cuyas vistas impresionantes del lago desde la terraza hacen que se te olvide el calor inicial que pega de lo lindo durante el día. 

Por la noche tuvimos la suerte de que una lluvia torrencial refrescara el ambiente y pudiéramos dormir de lo lindo. Eso si, los monos campan por sus anchas entre las terrazas de los edificios por lo que no es recomendable dormir con las ventanas abiertas.

camino de los campos de té y la montaña veremos la Little Britain de Sri Lanka. Pero eso lo contaremos mañana.   

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