miércoles, 10 de abril de 2013

Buceo y playa de Unawatuna (capitulo 3)

Hoy tocaba madrugar para el buceo. No es que estemos levantandonos muy tarde cada día, pero levantarse a las 7 y media suena a día laborable y no mola nada. Pero si es para bucear como que sienta mejor. El centro de buceo es bastante serio y la inmersión, si bien ha sido controlada, no ha tenido nada reseñable. En parte porque la visibilidad era de 3 metros, había una considerable corriente de fondo lateral y los pocos peces que había (un par de puffers, una langosta y algún parrot fish entre multitud de escuelas de seargent majors y parejitas de angel fish) los asustaban los que llevábamos por delante. unos alemanes que debían haberse sacado el curso hace poco y con los que nos pusieron en la misma inmersión pensando que nosotros también eramos unos paquetes. 

Pero resulta que con el tiempo y las inmersiones nos hemos dado cuenta de que estamos mejorando mucho. Myriam consume muy poco, y con  12 litros de botella hemos estado 45 minutos y nos ha sobrado 70 bares   a mi y 90 a ella. teniendo en cuenta la corriente son valores considerables. Además el descenso ha sido muy bueno, la flotabilidad sin problemas y la parada de seguridad como un reloj clavados en los 5 metros mientras el monitor se afanaba en agarrar a los alemanes que se iban para arriba como una boya. Supongo que todos hemos estado en ese punto alguna vez y nos hemos acordado de esos momentos con cariño y comprensión, pero hemos decidido no hacer una segunda inmersión. no por ellos sino porque el propio monitor nos dijo que la visibilidad estos días estaba siendo muy mala en todos los sitios. En fin, otra vez será, pero nos quedamos con un poco de sabor amargo de  no haber tenido suerte con el buceo en Sri Lanka, aunque como yo siempre digo, es mejor dejarse cosas por hacer en un país para así asegurarte de que vas a volver allí a hacerlas. 

Como tampoco llevábamos la cámara de fotos submarina, tampoco he podido inmortalizar el buceo, así que los recuerdos serán difusos.

Después del buceo decidimos quedarnos a desayunar por la zona, en uno de los multiples guesthouse para mochileros con restaurantes al borde de la playa de unawatuna, en una mesa literalmente con los pies en la arena y que en ocasiones tenías que levantar para que no te los mojaran las olas. Un bañito mas y vuelta al hotel.

De repente un extraño sueño se apoderó de nosotros. Las malditas pastillas del mareo que siempre tomamos cuando vamos a bucear para evitar echar la pota mientras te estás poniendo el equipo de buceo en el barco, esas malditas pastillas (combinadas con un par de litronas de cerveza Lion) casi no nos dejan llegar a casa, y eso que vivimos a 15 minutos en coche de Unawatuna. L oque si pudimos ver es el famoso tren que pasa por toda la costa y que tiene unas vistas increíbles de todas las playas del sur. Siguiendo su camino llegamos a nuestro destino. 

Con mas miedo que vergüenza nos metimos en la cama a echarnos una siestecita que se convirtieron en cerca de 3 horas de sueño profundo y reparador. Y es que este resort en el que estamos es muy relajante. 

Después salimos a ver Weligama, un pueblo de pescadores que habíamos visto a la venida y que queríamos visitar. Al borde de la carretera ponen sus puestos con los pescados frescos que han capturado en el día y puedes hasta tocarlos. Casi todos tienen atunes de distintos tamaños, alguno tiburones pequeños, otros un mero, snappers, mahi mahi... muchos de los peces que vemos cuando bucemos y que luego están tan ricos en la mesa, pero que vistos así recién muertos dan un poco de penita.


Así que con esas nos fuimos a cenar al único chiringuito que vimos en la playa cercana de weligama. Es un barco que está anclado en la propia playa y con luces de colores y música techno house. La comida fue una estafa, mala y cara, así que si alguna vez lo veis no piquéis. El barco es bonito, y comer en la playa en un barco embarrancado puede parecer divertido, pero la comida no merece la pena.




Cuando llegamos a casa fuimos hambrientos directos a probar el queso de búfala que habíamos comprado días atrás, y hacernos unas tostadas de queso con miel. Resulta que el queso no es tal, sino que se trata de una especie de crema agria asquerosa que tuvimos que tirar con ostensibles arcadas. Así que con sueño y hambre nos fuimos a dormir de nuevo en este hotel "The Three" del que ya os hablaré en un próximo post. 

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