miércoles, 10 de abril de 2013

Jungle Beach (capitulo 2)


Hoy hemos ido a buscar un centro de buceo donde poder practicar nuestro hobby favorito cuando vamos de viaje. Digo hobby aunque muchos se empeñen en decir que es un deporte, porque la mayoría de las veces casi no tienes que mover ni las aletas, pero esta vez con las corriente que había tuvimos que hacer algo de ejercicio, pero no nos adelantemos que eso todavía no toca.

Decidimos ir a Unawatuna, donde se concentran el mayor numero de centros de buceo y dentro de ellos es difícil elegir. Algunos porque están pegados pared con pared y es fácil entrar a uno pensando que estas en el de al lado, y otros porque tienen nombres tan similares como “unawatuna diving center” y “unawatuna dive center”. Nosotros elegimos el primero, regentado por un alemán Hans, pero mas que porque fuera alemán que tal como están las cosas de la crisis igual nos hubiera echando mas para atrás, lo elegimos porque era el único con cámara hiperbárica y que salía siempre con botella de oxigeno para descompresión de emergencia.

Tras contratar las inmersiones del día siguiente nos fuimos a explorar Unawatuna. Es un pueblo turístico de gente joven, mochileros, y con poco presupuesto. Las casas de huéspedes ofrecen alojamiento por menos de 20 euros la noche con vistas a la playa. Bueno, decir primera linea de playa o vistas al mar no sería justo. Ofrecen habitaciones con un balcón que está prácticamente sobre el mar. 





El restaurante de los guesthouses es sobre la propia arena de la playa. Supongo que esto cambiará cuando hagan su propia ley de costas y empiecen a concienciarse de los peligros del turismo masivo sobre la naturaleza y la costa del país, pero de momento es posible disfrutar de este privilegio.

La playa de Unawatuna es practicable para el baño. Muchas de la costa no lo son por el fuerte oleaje y corrientes, pero ésta se encuentra tras un arrecife donde rompen las olas y llega el agua a la costa con menos fuerza, lo que la hace ideal para poner el punto de partida y explorar el resto de playas de la zona.

Justo detrás de estos locales discurre una calle llena de comercios de todo tipo, sobre todo de artesanía, souvenirs y tours organizados para ver ballenas, visitar templos, bucear o simplemente alquilar unas gafas y un tubo de snorquel. También hay tiendas de móviles y mini tiendas de ultramarinos. La calle es estrecha de un solo carril pero cuando vas con el coche y te cruzas con motos, tuk tuks o incluso otros coches y furgonetas, milagrosamente se hace un carril extra que surge de la nada y permite que pasen dos vehículos a la vez. Esto pasa habitualmente también en las carreteras en las que hemos llegado a ver 1 carril de ida y otro de vuelta convertidos en 4 carriles sin ningún problema.

Pasada la playa de Unawatuna, y más por error que por ir buscando la playa, hemos encontrado el paraíso. Siguiendo la carretera que lleva al templo de la punta, se esconde al final la playa “jungle beach” a la que se accede caminando el ultimo kilómetro. Bajando por una empinada cuesta de arena en la que han abierto un camino entre las raíces de los arboles para poder acceder a ella llegamos a la playa con la sensación de sentirnos un poco Leonardo Di Caprio descubriendo la famosa “The Beach” en aquella película.




Es una playa de unos 20 metros de largo en la que han puesto un chiringuito y unas mesas y donde te sirven un pescado tan fresco que lo puedes ver antes de que lo preparen con ajo y genjibre, junto a unas bandejas de hielo casi aletear sus últimos estertores. Esto y unas cervezas hacen de la playa ideal que sea más ideal aún. Rodeados por escaso 12 turistas más que se ve que también han llegado a esa playa por casualidad o por recomendación de algún guia local, pasamos el día de chapuzones y cervezas.
Después decidimos ir a ver a los famosos pescadores que aparecen en la imagen de fondo de este blog, al atardecer, para sacarles unas bonitas fotos.






Remontamos el camino hecho hacia Unawatuna y ya casi llegando a Ahangama allí se encontraban los pescadores subidos a un palo clavado en el suelo dentro del mar y sentados en otro de los palos puestos en horizontal en una acrobática postura difícil de mantener por mucho tiempo y menos pensar en pescar mientras guardas el equilibrio.


Son pescadores de familias humildes, según nos contaron que utilizan esta técnica ancestral sin cebo en la que mueven el anzuelo mediante el palo de forma sistemática, haciendo pensar a los peces que el propio anzuelo es el gusano. Parece imposible pescar sin cebo, pero ahí están ellos sacando bolsas de mini pescados que pudimos ver con nuestros ojos que realmente pescan ellos.



Ahora bien, pasado el bucólico momento se nos acercó uno de los pescadores a pedirnos dinero por hacerles fotos. Al parecer se ha convertido en una atracción turística tal, que sacan más dinero por las propinas que les dan por hacerse fotos que por el propio pescado que sacan. Entonces empezamos a fijarnos en algunos de ellos que simplemente estaban sobre el palo como habían hecho durante tantos años, pero ahora solo lo agitaban si ningún objetivo mientras se fumaban un cigarrillo.



Mas allá otros pescadores igualmente se acercaron a nosotros con el mismo fin de sacarnos algo de dinero por hacerles fotos, así que decidimos dar la vuelta y tomarnos una coca cola en el puesto que hay al lado mientras veíamos atardecer. Allá, un fotógrafo profesional Tailandés se afanaba en sacar unas instantáneas de los pescadores a la puesta de sol, pero cual sería nuestra sorpresa cuando se bajaron todos y se fueron. 



Antes estos pescadores trabajaban a primera hora del día y luego a ultima hora hasta que se ponía el sol que es cuando mejor se pesca. Ahora se ponen a las horas de mas calor, pero cuando más turistas hay para pedirles dinero. En poco tiempo esta figura del pescador desaparecerá o acabará siendo simplemente un reclamo turístico de foto mas que una forma de ganarse la vida.

Con una propinilla generosa, el Fotógrafo tailandés consiguió que se subiera de nuevo uno de ellos y le estuvo tomando fotos mientras peligraba la integridad del equipo fotográfico ya con el agua a media cintura. Me dio su email  y tengo pendiente enviarle mis fotos de el tomando sus fotos. Si me manda alguna buena la subiré al blog. Y con esto pasó la tarde en espera del apasionante buceo de mañana. Ciao.




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