miércoles, 3 de abril de 2013

Lion Rock


Hoy hemos ido a Sigiriya a ver una roca a la que llaman Lion Rock. Es un peñasco muy curioso porque es de tamaño considerable y se encuentra en medio de la jungla como si la hubieran dejado caer desde el cielo mientras la transportaban a otro sitio en una nave gigante de extraterrestres venidos del planeta nibiru. Por ejemplo. Pero se trata de una roca que surge por la actividad sísmica de un antiguo volcán y cuyo nombre deriva de un tallado de garras y cabeza de León que al parecer existió en el siglo V y del que únicamente se conservan las garras.


Verlo es precioso, ahora bien, subirlo es otra película. Son 370 metros de desnivel en cómodos escalones ascendentes a la agradable temperatura de 30 grados (sin sombras) y con la humedad al 100% que te impide dar grandes bocanadas de aire porque mueres por encharcamiento de pulmones.
En estas condiciones llegamos al recinto, justo en las horas de mayor afluencia, justo cuando la guia lonely planet desaconseja la ascensión. A las 12 del mediodía. Y hasta las 3 que terminamos de bajar el ultimo escalón con las piernas temblorosas y doloridas.

No es tanto como parece. Nos dijo una turista alemana justo antes de empezar la escalada. Pues no sé que es lo que ella se imaginaba y que luego se encontró que era mejor. Yo me imaginaba que iba a ser terrible y así fue. Empecé contando los escalones, pero a los trescientos y pico perdí la cuenta. No tenía sentido.






A esas alturas de la escalada ya habíamos pasado por el tradicional rito de la estafa al turista en la que pagas por la entrada 100 veces el precio que paga un turista local. No exagero. Es exactamente eso. Mientras que un Sri Lankes paga 50 rupias (50 pesetas aprox) por su ticket, cualquier turista con la piel rosadita paga 5000 pesetas. ¿Os imaginais que en España cobráramos 100 veces el precio de la entrada al palacio real a los japoneses? No señor Wong, usted tiene que pagar 1500 euros en lugar de 15 por tener los ojos rasgados. 

No vendría ni un Japonés más. Espero que aquí no pase lo mismo y corrijan esta situación. 

Y los precios los fija el gobierno, o sea que el entramado de estafa a los turistas parte desde el gobierno de Sri Lanka hasta el ultimo de los monos que habita los parques y que si te descuidas te quita la bolsa de cacahuetes de la mochila.
No es que no esté de acuerdo con el precio a pagar de la entrada, que ya de por si me parece desorbitado, es que sinceramente creo que no es honesto y que incluso atenta contra el fomento del turismo del país. Salvo que sea ese su objetivo. Espantar a los turistas. Que no vengan a ver el País. 

Hasta yo mismo estoy pensando seriamente si recomendaría a algún amigo visitar este país o esperar a que se civilice un poco mas en este sentido. Pero dejemos esa decisión para mas adelante y volvamos a la Roca.

Pasada la primera barrera y entrando en los jardines se puede apreciar la grandiosidad del bicho que nos espera. Miles de puntitos blancos ascienden por el lateral. Luego pudimos ver que son niños con el uniforme de colegio de excursión. De nuevo pudimos charlar con algunos de ellos y con su profesor en la parte de arriba de la roca y cuando ya nos despedíamos, algunos de ellos se acercaron a nosotros y nos hicieron un símbolo en la arena del suelo a nuestros pies y una reverencia. Según nos explico el profesor es una forma de desearnos buena suerte, lo que dado el trafico de esta isla, nos viene fenomenal.


Los primeros peldaños son de piedra, empinados pero normales. Pronto la escalera llega a una zona donde una pasarela da acceso al segundo tramo de escaleras. Afortunadamente esa pasarela no está ya abierta al publico supongo que por su peligrosidad. A cambio tienes una subida de escaleras de caracol para acceder a unas pinturas en la roca. Frescos de mujeres desnudas de gran belleza y ejecución que se encuentran al aire libre sin mas protección que un guarda de seguridad y unas telas para cubrirlas del sol. Lo cierto es que han aguantado quince siglos ahí y no deberían desaparecer por la acción de los elementos, pero teniendo en cuenta que el hombre es mas destructivo que la naturaleza, dudo mucho de que quede algo de esto en unos cuantos años. 





Por si acaso, tome unas fotitos (sin flash, por supuesto) y seguimos ruta de nuevo por escaleras de caracol hasta llegar al muro del espejo. Se decía que este muro era tan brillante que mostraba el reflejo de las personas, pero realmente era una especie de muro de grafiteros de la época en la que escribían mensajes. Se han conservado algunos de los antiguos, si bien la costumbre de hacer grafitis sobre las paredes ha seguido con los años y muchos de los nuevos están escritos sobre los antiguos sin importar su antigüedad o mensaje. 


Afortunadamente alguien con sentido común, decidió poner fin a eso en algún momento y ahora hay una cuerda y unos vigilantes que impiden mancillarlo de nuevo.


Este paseo al lado del muro es un momento de refresco que se agradece antes de afrontar lo que pensábamos que era la ultima subida a la roca. Que equivocados estábamos. Tras nosecuantos peldaños mas llegamos a una esplanada donde realmente comienza la escalada final. Entre las garras gigantes de un leon esculpidas en piedra, y en la boca de lo que antes se supone que era una cabeza de león gigante excavada en la roca, comienza el ultimo tramo de peldaños hasta una escalera de metal que permite acceder a la parte superior de la Roca.



Tachán !!!! Lo habíamos logrado. Arriba corría una agradable brisa a la sombra de los escasos arboles que hay allí. Junto a las ruinas de lo que algunos consideran que fue un templo y otros afirman que fue un palacio, se encuentra una sucesión de estancias y estanques o piscinas, quien sabe si para abastecer de agua de las lluvias a las cosechas y poder auto abastecer el monasterio o para servir de piscina al rey en su palacio de retiro veraniego. No hay pruebas de lo uno ni de lo otro, aunque los de aquí se inclinan más por la idea del palacio y los arqueologos e historiadores por la del monasterio. 

Lo que si es cierto es que mientras nosotros subimos por unas escaleras muy decentes, los antiguos lo hacían en plan escalada, utilizando unas hoquedades de la roca a modo de peldaños que iban fabricando según sus necesidades. Supongo que muchos monjes caerían al vacío sin haber logrado acceder al templo o muchos siervos reales llevando los víveres hasta la cumbre. Pero ahí están esos huecos que seguro que algún escalador al verlos se siente tentado de probar. Nosotros preferimos el ascenso moderno.




Cuando recuperas el aliento es cuando puedes empezar a levantar la cabeza y mirar la grandiosidad de las vistas que tienes desde arriba. Todo el esfuerzo merece la pena. Ahí es cuando entiendes las palabras de la turista alemana diciendo que no es tanto el esfuerzo. La subida ha merecido la pena. En todas las direcciones que mires se extiende una selva frondosa salpicada de lagos pequeños montes y otras rocas de parecida dimensión y forma a la que ahora estamos subidos.

Ya de bajada, decidimos pararnos a comer en un puesto de comida donde comen los locales. Habíamos aparcado el coche por error en el parking donde llegan las excursiones de colegios, en lugar del tradicional parking de turistas. Esto nos permitió disfrutar de los puestos donde compramos un par de baquetas de batería para Borja pintadas a mano y un té de una madera que no sabemos cual es por precios irrisorios. También comimos por 2 euros un par de lunch packs de curry con arroz que estaban espectaculares. 


Fuimos al puesto lleno de cosas de muchos colores donde los conductores de los autocares compran su comida para llevar. Y allí nos pusieron nuestro curry con arroz envuelto en un plástico y cerrado en un papel de periódico. Aparcamos al borde de la carretera y nos lo comimos con las manos tal como vimos que hacen aquí. Hasta me he puesto el Sarong para terminar el día de excursión.

Pero de esto no hay foto de momento. Quizás mañana. Quien sabe.  

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