
Es cierto que solo hemos visto otro loco occidental que se atreviera a conducir aquí en las dos semanas que hemos estado, pero si se tiene un poco de habilidad, destreza al volante y ganas de experiencias y aventuras yo lo recomendaría totalmente.
Volviendo al tema ballenas, el amanecer nos pilló de camino, en la ciudad de pescadores de Welligama y con tan bonito amanecer de postal no pudimos resistirnos a parar el coche y hacer unas fotitos antes de seguir camino del puerto de Mirissa.
El puerto no tiene mucho tamaño. Igual es como el puerto deportivo de un pueblecito pequeño de Málaga como puede ser el de Torre del Mar (referencia para mis padres), y casi todos los barcos son de empresas y particulares destinados al avistamiento de ballenas con mas o menos capacidad y tamaño.
Las dos empresas fundamentales en el negocio en esta costa son dos: Mirissa Water Sports Y Raja and the Whales.
Nosotros nos decidimos por la segunda. Principalmente porque está llevada por gente del país que respeta mucho su entorno y por tanto van a cuidar de él lo mas posible. Seguidamente porque el precio es razonable (6000 rupias frente a las 9500 que nos pedían los de Water Sports) y porque preferimos dar el dinero a una empresa local. Finalmente porque Lonely Planet la recomienda por referencias de mucha gente en cuanto a respeto y cuidado de las ballenas y la normativa de aproximación.

Bueno, pues todas estas normas se las saltó repetidamente la empresa Mirissa Water Sport, por lo que si lees estas lineas y te importa la naturaleza y que las ballenas puedan seguir siendo vistas en estas aguas sin hacerlas huir, así como la economía de toda esta zona que se basa fundamentalmente en el negocio del avistamiento, por favor, no contrates con ellos. Sí, tienen barcos un poco mejores, catamaranes que se mueven menos, y probablemente te darán mejor de desayunar a bordo, pero cuando les ves aproximarse a las ballenas a toda maquina y frenar casi encima de ellas, para verlas durante escasos dos segundos hasta que se zambullen asustadas, ver como las cortan el camino para que sus turistas las vean mas de cerca incluso haciéndolas modificar su trayectoria, ponerse delante de otros barcos saltándose las normas de distancia y velocidad continuamente... Lo cierto es que se te quitan las ganas de contratar con ellos, y darles dinero para seguir con estas prácticas.
Dicho lo cual, nuestra tripulación fue sencillamente encantadora, majetes, simpáticos, nos ofrecieron su experiencia para sacar las mejores fotos de los animales sin pedir nada a cambio, incluso llevan una cámara profesional suya para ofrecer sus fotos a quien las quiera si es que no ha podido conseguir buenas imágenes.
Todo esto respetando escrupulosamente las normas.
Tras una hora de navegación hasta llegar a la primera línea de avistamientos, pudimos a cientos de delfines de los llamados spinners porque dan vueltas cuando saltan haciendo giros sobre sí mismos como si fueran peonzas. Fue increíble ver tal cantidad de ellos en alta mar jugando con las olas. Dan ganas de saltar por la cubierta y nadar con ellos, ponerse el traje de buceo e intentar verlos dentro del agua, pero las velocidades que pillan estos animalejos son imposibles de alcanzar, así que desde el barco es la mejor opción para verlos.

Después vimos una segunda, que nos regaló salidas y entradas cada 12 minutos aproximadamente y de la que pudimos hacer algunas fotos, aunque al estar a contra luz y mas de 200 metros no fueron muy buenas.
Una tercera ballena apareció a 50 metros del barco pero los de... adivina, water sports, pusieron el barco a toda potencia y se colaron en primera linea delante de los dos barcos que en paralelo estábamos haciendo fotos al bicho. De nuevo, el cetáceo asustado se hundió para no volver.

De ahí son las mejores fotos que publico aquí en el blog y estos trocitos de video.
http://youtu.be/5haobJaWNKM
http://youtu.be/fre9bl7s0OE
http://youtu.be/5haobJaWNKM
http://youtu.be/fre9bl7s0OE
El viaje de vuelta fue mas tranquilo. Las pastillas contra el mareo estaban haciendo su efecto adormecedor y casi todos los tripulantes caímos en los brazos de morfeo, solo interrumpido por una breve y espontánea parada para darse un baño en alta mar los mas valientes y de entre ellos los mas previsores que se habían traído el bañador puesto para tal imprevisto.
Cuando llegamos al puerto empezamos a tomar conciencia de que este viaje estaba llegando a su fin. Intentamos alargar la agonía de lo inevitable visitando la playa de Unawatuna por ultima vez, dándonos un baño en sus aguas, tomando una cerveza en un chiringuito en la playa y haciendo las ultimas compras con las rupias que nos quedaban por los bolsillos antes de finalizar el viaje.

Hasta siempre Sri Lanka.